Sunday, November 18, 2007

MENTE RELIGIOSA


¿QUÉ ES UNA MENTE RELIGIOSA?

SAANEN, SUIZA,
13 DE AGOSTO DE 1961

Mente seria es aquella que está dispuesta a llegar a la raíz de las cosas y descubrir lo que es verdadero lo que es falso

Pienso que esta mañana deberíamos considerar lo que es una mente religiosa. Quisiera investigar eso bastante profundamente, porque siento que sólo una mente así puede resolver todo nuestros problemas, no sólo los problemas políticos y económicos, sino los más fundamentales problemas de la existencia humana. Antes de que examinemos eso, creo que sería conveniente repetir lo que ya hemos dicho, que una mente seria es aquella que está dispuesta a llegar hasta la raíz de las cosas y descubrir lo que es verdadero lo que es falso. Existe una mente así, que no se detiene a mitad de camino y que no permite que ninguna otra consideración la distraiga. Espero que haya al menos unos cuantos capaces de hacer esto y que sean lo bastante serios como para hacerlo.

Necesitamos una revolución radical en la psique misma

Creo que todos estamos familiarizados con la actual situación del mundo y no necesitamos que se nos hable de los engaños, de la corrupción, de las desigualdades sociales y económicas, de la constante amenaza de las guerras. Para comprender toda esta confusión y producir claridad, me parece que tiene que haber un cambio radical en la mente misma, no sólo un mosaico de reformas o un mero ajuste. Para vadear toda esta confusión que no es sólo externa sino que está dentro de nosotros, para habérnoslas con todas estas tensiones y exigencias en aumento, necesitamos una revolución radical en la psique misma, necesitamos tener una mente por completo distinta.

Revolución en la conciencia misma

Para mí, revolución es sinónimo de religión. Con esa palabra “revolución” no me refiero a un cambio inmediato social o económico, sino a una revolución en la conciencia misma. Todas las otras formas de revolución, ya sean comunistas, capitalistas o lo que ustedes quieran, son meramente reaccionarias. Una revolución en la mente, que implica la completa destrucción de lo que ha sido, de modo que la mente sea capaz de ver lo verdadero sin distorsión ni ilusión alguna, ése es el sentido de la religión. Pienso que la auténtica, la verdadera mente religiosa puede existir y, de hecho, existe.

La mente religiosa demuele todas las ataduras

Si uno ha examinado esto muy a fondo, creo que puede descubrir por sí mismo una mente así. La auténtica mente religiosa es una mente que ha demolido, destruido todas las barreras, todas las ataduras con la sociedad, la religión, el dogma, la creencia que le han impuesto, y ha ido más allá para descubrir lo verdadero.

La experiencia no es un factor de liberación

Por lo tanto, en primer lugar investiguemos la cuestión de la experiencia. Nuestros cerebros son el resultado de la experiencia de siglos. El cerebro es depósito de la memoria. Sin esa memoria, sin la experiencia y el conocimiento acumulados, no seríamos capaces en absoluto de funcionar como seres humanos. La experiencia con su memoria es obviamente necesaria en cierto nivel, pero creo que es también bastante obvio que toda experiencia condicionada básicamente por el conocimiento, por la memoria, tiene que ser forzosamente limitada. Y, por lo tanto, la experiencia no es un factor de liberación. No sé si han pensado siquiera alguna vez en esto.

La experiencia es el pasado

Cada experiencia está condicionada por la experiencia pasada No hay, pues, una experiencia que sea nueva, siempre se halla coloreada por el pasado. En el proceso mismo de experimentar existe la distorsión que surge desde el pasado, siendo éste el conocimiento, la memoria, las diversas experiencias acumuladas, no sólo la individual sino también las de la raza, las de la comunidad. Ahora bien, ¿es posible negar toda esa experiencia?

La verdadera negación dice no se que es lo verdadero, pero se que esto es falso

No sé si han investigado la cuestión del negar, qué significa negar algo. Significa la capacidad de negar la autoridad del conocimiento, de la experiencia de la memoria, negar a los sacerdotes, negar a la Iglesia, todo lo que ha sido impuesto sobre la psique. Para la mayoría de nosotros sólo hay dos medios de negar: a través del conocimiento o a través de la reacción. Ustedes niegan la autoridad del sacerdote, de la Iglesia, de la palabra escrita, el libro, ya sea porque han estudiado, inquirido y acumulado otros conocimientos o porque ello no les gusta y reaccionan en contra. Mientras que la verdadera negación implica, ¿no es así?, que uno niega sin saber lo que va a ocurrir, sin ninguna esperanza futura. Decir: "No sé que es lo verdadero, pero esto es falso" es, ciertamente, la única negación legítima porque esa negación no procede de un conocimiento calculado ni es producto de una reacción. Después de todo, si uno sabe adónde va a conducirlo su negación, ésta es, entonces, un mero canje, una cosa del mercado y, por lo tanto, no es en absoluto una verdadera negación.

Pienso que tenemos que comprender esto un poco, investigarlo más bien a fondo, porque quiero descubrir, mediante la negación, qué es la mente religiosa. Siento que a través de la negación uno puede dar con lo verdadero. No podemos descubrir lo verdadero mediante la afirmación. Es preciso borrar la pizarra completamente y dejarla limpia de conocimientos antes de que pueda uno descubrir.

La negación surge de la observación, de ver una cosa tal como es.

Vamos, pues, a investigar por medio de la negación, a través del pensar negativo, que es la mente religiosa. Y, obviamente, no hay pensar negativo si la negación se basa en el conocimiento en la reacción. Espero que esto haya quedado completamente claro. Si niego la autoridad del sacerdote, del libro o de la tradición porque eso no me gusta, se trata solamente de una reacción, puesto que entonces sustituyo por alguna otra cosa aquello que he negado. Y si niego porque poseo suficientes conocimientos, hechos información etcétera entonces mi conocimiento se convierte en mi refugio. Pero existe una negación que no es el resultado de la reacción o del conocimiento, sino que surge de la observación, de ver una cosa tal como es, de ver el hecho que ella implica. Esa es la verdadera negación, porque deja la mente limpia de todas las presunciones, ilusiones, autoridades y deseos.

Negar la autoridad de toda experiencia, de todo conocimiento

¿Es posible, pues, negar la autoridad No me refiero a la autoridad del policía, de las leyes del país y todo eso; sería tonto e inmaduro y terminaría con nosotros en la cárcel. Me refiero a la negación de la autoridad que la sociedad ha impuesto profundamente sobre la psique, sobre la conciencia. O sea, negar la autoridad de toda experiencia, de todo conocimiento, de modo tal que la mente se halle en un estado de no saber lo que será, sino de saber sólo lo que no es verdadero.

La mente libre de toda influencia está sola

¿Saben?, si han llegado tan lejos en la negación, ello les da un sentido asombroso de integración, de no estar desgarrados entre deseos conflictivos y contradictorios. Ver lo que es verdadero y lo que es falso o ver lo verdadero en lo falso, le da un sentido de auténtica percepción, les da claridad. Habiendo destruido todas las seguridades, los temores, las ambiciones, las vanidades, las visiones los propósitos, todo., la mente se halla entonces en una situación, en un estado de completa soledad, libre de toda influencia.

La mente tiene que estar sola sin influencia alguna, entonces es una mente pura

Ciertamente, para encontrar la realidad, para encontrar a "Dios" o como quieran ustedes llamarlo, la mente tiene que estar sola, sin influencia alguna, porque entonces una mente así es una mente pura y una mente pura puede proseguir. Cuando hay completa destrucción de todas las cosas que la mente ha creado dentro de sí, como la seguridad, la esperanza y la resistencia contra la esperanza (que es desesperación), etcétera, entonces, sin duda alguna, adviene un estado libre de temor en el que no hay muerte. Una mente que está sola vive de manera completa, y en ese vivir hay un morir a cada minuto y, por lo tanto, para esa mente la muerte no existe. Es algo realmente extraordinario. Si uno ha penetrado en ello descubre por sí mismo que no existe tal cosa como la muerte. Sólo existe ese estado de austeridad pura de la mente que permanece sola.

Esta soledad no es sentirse sólo

Esta soledad no es aislamiento no es escapar hacia alguna torre de marfil, no es sentirse solo. Todo eso ha sido dejado atrás, olvidado, disipado y destruido. Una mente así conoce, pues, lo que es destrucción. Y tenemos que conocer la destrucción, de lo contrario no podremos descubrir nada nuevo. ¡Y cómo nos asusta destruir todo cuanto hemos acumulado!

El amor es destrucción de todo lo que nos tiene en un molde, el de las ideas

Hay un proverbio sánscrito que dice: "Las ideas son hijas de mujeres estériles". Y creo que la mayoría de nosotros se complace en ideas. Puede que ustedes consideren las pláticas que hemos tenido como un intercambio de ideas, como un proceso de aceptar ideas nuevas descartando otras viejas o como un proceso de negar ideas nuevas aferrándonos a las viejas. No estamos en absoluto tratando con ideas. Tratamos con hechos. Y cuando uno se interesa en el hecho, no caben arreglos, o los acepta o lo rechaza. Uno podrá decir, ”no me gustan esas ideas, prefiero las viejas, voy a cocerme en mi propia salsa", o podrá marchar con el hecho. Lo que no puede es avenirse, adaptarse. La destrucción no implica adaptación. Adaptarse, decir: "Debo ser menos ambicioso, no ser tan envidioso" no es destrucción. Y uno debe, ciertamente, ver la verdad de que la ambición, la envidia, son feas, estúpidas, y que tiene que destruir todos estos absurdos. El amor no se adapta jamás. Son sólo el deseo, el temor, la esperanza, los que se adaptan. Es por eso que el amor es algo destructivo, porque rehúsa adaptarse o amoldarse a un patrón.

Destrucción de toda autoridad es creación

Empezamos, pues, a descubrir que cuando existe la destrucción de toda la autoridad que el hombre ha creado para sí mismo en su deseo de sentirse internamente seguro, entonces hay creación. Destrucción es creación.

Descubrir lo verdadero es poner fin al poder del cerebro de crear ilusiones

Entonces, si han abandonado ustedes las ideas y no se están ajustando a su propio patrón de existencia o a un nuevo patrón que piensan está creando quien les habla, si han llegado hasta ahí, descubrirán que el cerebro puede y debe funcionar sólo en relación con las cosas externas, responder únicamente a las exigencias de afuera. De esa manera, el cerebro se aquieta completamente. Esto significa que ha cesado la autoridad de sus experiencias y, por lo tanto, es un cerebro incapaz de crear ilusiones. Para descubrir lo verdadero, es esencial que toque a su fin el poder que el cerebro tiene de crear ilusiones de todo tipo. Ese poder es el poder del deseo, el poder de la ambición, de querer ser esto y no querer ser aquello.

El cerebro debe hallarse quieto

Por consiguiente, en este mundo el cerebro debe funcionar con la razón, con cordura, con claridad, pero internamente tiene que hallarse completamente quieto.
Los biólogos nos dicen que al cerebro le ha tomado millones de años evolucionar hasta su etapa presente y que le tomará millones de años seguir evolucionando. Ahora bien, la mente religiosa no depende del tiempo para su desarrollo. Lo que quiero comunicar es que, cuando el cerebro, que debe funcionar respondiendo a la existencia exterior, se aquieta internamente, ya no opera el mecanismo de acumular experiencias y conocimientos. Por lo tanto, el cerebro está internamente quieto pero plenamente activo, y entonces puede obviar de un salto los millones de años.

Para la mente religiosa no existe el tiempo psicológico

Para la mente religiosa, pues no existe el tiempo. Este sólo existe en ese estado de continuidad que avanza hacia una continuidad y un logro más extensos. Cuando la mente religiosa ha destruido la autoridad del pasado, las tradiciones, los valores que se le han impuesto, entonces es capaz de existir sin el tiempo. Entonces está completamente desarrollada. Porque, después de todo, cuando uno ha negado el tiempo, ha negado todo desarrollo a través del tiempo y el espacio. Por favor, esto no es una idea, no es una cosa para jugar con ella. Si han pasado por esto saben lo que es, se hallan en ese estado, pero si no han pasado por ello, entonces no pueden recoger meramente estas cosas como si fueran ideas y jugar con ellas.

La mente religiosa se haya en estado de creación sólo cuando destruye todo lo conocido

Uno descubre así que la destrucción es creación y que en el acto de crear no existe el tiempo. La creación es ese estado en que el cerebro, habiendo destruido todo el pasado, está completamente quieto y, por lo tanto, se encuentra en esa condición en que no hay tiempo ni espacio en el cual crecer, expresarse, devenir. Y ese estado de creación no es la creación de unas pocas personas dotadas, pintores, músicos, arquitectos. Es sólo la mente religiosa la que puede hallarse en un estado de creación, y la mente religiosa no es la que pertenece a alguna iglesia, creencia o dogma; estas cosas sólo condicionan la mente. Acudir a una iglesia todas las mañanas y adorar esto o aquello no convierte en religiosa a una persona, aunque la sociedad respetable pueda aceptarla como tal. Lo que hace que una persona sea religiosa es la total destrucción de lo conocido.

En esta creación de la mente religiosa hay belleza y amor

En esta creación hay una belleza, una belleza que no es producto del hombre, una belleza que está más allá del pensamiento y el sentimiento. Después de todo, pensamiento y sentimiento son meras reacciones y la belleza -no es una reacción. Una mente religiosa tiene esa belleza, que no es la mera apreciación de la naturaleza, de las hermosas montañas y el rumoroso torrente, sino un sentido de belleza por completo distinto que va unido al amor. No creo que puedan separarse la belleza y el amor. Ustedes saben, para la mayoría de nosotros el amor es algo penoso, porque siempre va acompañado de los celos, del odio y de los instintos posesivos. Pero este amor de que estamos hablando es un estado de llama sin humo.

La belleza existe cuando hay una pasión austera

La mente religiosa conoce, pues, esta destrucción completa, total, y lo que implica hallarse en un estado de creación, el cual es incomunicable; y con él existe el sentido de la belleza y el amor, que son indivisibles. El amor no puede dividirse como amor divino y amor físico. Es amor. Y con él existe naturalmente, huelga decirlo, un sentido de pasión. Sin pasión no podemos llegar muy lejos. La pasión es intensidad. No la intensidad de querer cambiar alguna cosa, de hacer algo, no la intensidad que tiene una causa, de modo tal que cuando eliminamos la causa, la pasión desaparece. No es un estado de entusiasmo. La belleza sólo puede existir cuando hay una pasión que es austera. La mente religiosa, por hallarse en este estado, tiene una cualidad peculiar de fuerza.

La mente religiosa no es el resultado de la fuerza de la voluntad

Ustedes saben, para nosotros la fuerza es el resultado de la voluntad, de muchos deseos entretejidos en la cuerda de la voluntad. Y esa voluntad, en la mayoría de nosotros, es resistencia. El proceso de resistir algo o de perseguir un resultado desarrolla la voluntad, y a esa voluntad la llamamos generalmente fuerza. Pero la fuerza de que estamos hablando nada tiene que ver con la voluntad. Es una fuerza sin causa. No puede ser utilizada, pero sin ella nada puede existir.

Sólo la mente religiosa puede recibir aquello que es inmensurable e innombrable

De modo que, si descubriendo por sí mismo ha llegado uno a tanta profundidad, entonces la mente religiosa realmente existe y no pertenece a ningún individuo. Es la mente. Es la mente religiosa aparte de todos los empeños humanos, de los requerimientos e impulsos individuales, de las compulsiones, etcétera. Sólo hemos estado describiendo la totalidad de la mente, que puede aparecer como dividida por el uso de diferentes palabras, pero que es una cosa total en la que todo esto se halla contenido. Por lo tanto, una mente religiosa semejante puede recibir aquello que no es mensurable por el cerebro, que es innominable. No hay templo ni sacerdote ni iglesia ni dogma alguno que puedan contenerlo. Negar todas esas cosas y vivir en este estado es tener una verdadera mente religiosa.

Krishnamurti
Del Boletín 52 (KF), 1987

Traducción de Alex

Saturday, November 10, 2007

Soledad

Soledad bendita

Al fin te has ido, amarga soledad (loneliness)
Con todo ese dolor que causaste
Con las múltiples formas de escape
Con los sentimientos de aislamiento que ahogaban
Con los temores de no contar con nadie
Con el aburrimiento de no hacer nada

Te marchaste sin esfuerzo alguno
Sin método alguno
Con sólo observar y comprender tus infinitas formas de evasión
Con mirarte, fijarte y enfrentarte
Con ver las formas de escape con apariencia noble
Que han dado origen a tantos entretenimientos.
Y que tienen a la humanidad esclavizada a ellos

Evasiones y escapes que mueven al mundo
Que evitan la sensación de sentirse sólo, aislado
Compuesta de toda clase de diversiones
Como leer libros, ir al cine, al campo deportivo
Asistir a la iglesia, a la sinagoga, a la mezquita
Escuchar la radio, ver la televisión
Seguir al gurú y todos los senderos que indica
Dedicarse a labores sociales, políticas
Buscar el sexo con toda su sensualidad
Seguir con los vicios y con la autodestrucción.

Soledad esclava de todo tipo de escapes
Donde están tus barrotes que impedían ser feliz
Fueron rotos por la soledad madura e inteligente (aloneness)
Que no necesita de nada y nadie
Que comprende y es libre de toda evasión
Que no la gobierna el yo, el ego, la memoria
Que no busca la gratificación, el placer y el consuelo
Y que logra ver la realidad tal como es
Obteniendo la verdadera creatividad

Que armas se usan en esta justa contienda
Para vencer esta soledad amarga y derrotarla
La comprensión de la evasión y el escape
La observación constante y atenta a nuestro vivir
El enfrentar el temor a la vacuidad y a estar solos
A mirar esa sensación dañina de soledad
A no calificarla de buena o mala
Y de repente, como milagro el triunfo
La transformación, la soledad bendita
Y con ello el regalo que la acompaña
El amor en todas sus formas

De Alexiopolis

Sunday, November 4, 2007

Mente Meditativa

Mente Meditativa

Londres, Décima plática
23 de mayo de 1961

Romper la mente superficial

Me gustaría hablar esta tarde sobre la calidad de la mente meditativa. Puede ser bastante complejo y abstracto, pero si entra uno a fondo en ella ‑no tanto en detalle, sino para descubrir su naturaleza, su sensibilidad, su esencia- entonces tal vez valga la pena; entonces, acaso sin esfuerzo consiente ni propósito deliberado, seremos capaces de romper a través de la mente superficial, la cual hace nuestras vidas tan vacías, tan superficiales y tan dominadas por los hábitos.

Darnos cuenta lo superficiales que somos

Y pienso que valdría la pena, primero de todo, el que pudiéramos darnos cuenta (realize) por nosotros mismos de lo superficiales que somos. Me parece que cuanto más superficiales somos, más activos nos volvemos, más vulgares nos hacemos, y más nos entregamos a reformas sociales. Coleccionamos obras de arte, charlamos sin cesar, tenemos actividades sociales, conciertos, libros, vamos a galerías de pintura y tenemos la infaltable oficina y negocios. Estas cosas nos embotan; y cuando nos damos cuenta de este embotamiento tratamos de agudizarnos con palabras, con el intelecto, con las cosas de la mente. Y siendo superficiales, también tratamos de escapar de esa vacuidad hacia las actividades religiosas, las oraciones, la contemplación, la persecución del conocimiento; nos volvemos idealistas, colgamos cuadros en las paredes, y así sucesivamente.

Estar consciente de lo superficial de nuestra vida

Pienso que sabemos muy bien, si estamos en absoluto conscientes (aware), cuán superficiales somos, y cómo una mente que sigue un hábito o practica una disciplina para llegar a ser algo, se vuelve más y más embotada, estúpida, de modo que pierde su agudeza, su sensibilidad. Es muy difícil que una mente superficial destruya su propia estrechez, sus limitaciones, su pequeñez. No sé si habréis pensado siquiera sobre todo esto.

Estar consciente de la limitación de las palabras

Aquello de que voy a hablar esta tarde, requiere, no sólo cierta actividad de la mente, del intelecto, sino también una concienciación (awareness) de la palabra y sus limitaciones. Y si podemos comunicarnos unos con otros, no sólo verbalmente, sino más allá de los símbolos que las palabras evocan en nuestras mentes, y también sentir juntos nuestro caminar, entonces empezaremos a descubrir por nosotros mismos lo que es meditar, cuál es la calidad de la mente que es capaz de la meditación.

Es erróneo buscar un propósito en la vida

Me parece que sin la comprensión (comprenhensión) de la extraordinaria belleza de la meditación, por muy aparentemente inteligente, bien dotado, capaz y perspicaz que uno pueda ser, una vida así es muy superficial y tiene poco significado. Y al darnos cuenta de que nuestras vidas tienen muy poco sentido buscamos entonces un propósito en la vida; y cuanto mas grande es el propósito que se nos ofrece, más nobles creemos que son nuestros empeños. Siento que es una actitud completamente errónea la de buscar un propósito. No hay propósito; sólo hay un vivir más allá de todo cálculo. Y, para descubrir ese estado que está más allá de todo cálculo, se requiere una mente muy cautelosa, aguda, clara, precisa, no una mente que haya sido embotada por el hábito.

Lo importante es lo que es y no lo que debería ser

Pienso que es bastante claro que nuestras vidas son vacías, superficiales. Y una mente superficial se satisface con facilidad. Tan pronto como se siente descontenta, toma un curso estrecho, establece un ideal, persigue ‘lo que debería ser’. Y una mente así, haga lo que hiciere ‑sentarse con las piernas cruzadas, concentrarse sobre su ombligo o pensar sobre lo Supremo- seguirá siendo superficial, porque su esencia misma es superficial. Una mente estúpida nunca puede convertirse en una gran mente. Lo que puede hacer es darse cuenta de su propia estupidez; y en cuanto se dé cuenta por sí misma de lo que es, sin imaginar lo que debería ser, entonces hay un derrumbamiento de la estupidez. Cuando uno se da cuenta de esto, toda búsqueda termina, lo que no significa que la mente se estanque, se eche a dormir. Al contrario, ella hace frente a ‘lo que es’ efectivamente, cosa que no es un proceso de búsqueda, sino de entendimiento.

La mente que busca es muy superficial

Después de todo, la mayor parte de las personas están buscando felicidad, Dios, verdad, amor perpetuo, una permanente morada en el cielo, una virtud y un amor permanente. Y me parece que una mente que busca es muy superficial. Pienso que debemos ser un poco claros sobre este punto, debemos investigarlo, debemos ver lo absurdo de una mente superficial y sus actividades, porque no somos capaces de penetrar en lo que estamos explorando esta tarde si estamos pensando todavía en términos de buscar, de hacer un esfuerzo, tratando de descubrir. Por el contrario, necesitamos una mente extraordinariamente aguda, quieta, tranquila.

El esfuerzo para mejorar es la esencia de la mente superficial

Una mente superficial, cuando hace un esfuerzo para volverse silenciosa, seguirá siendo sólo un charco superficial. Una mente mezquina, que es muy instruida, muy astuta, muy llena de la adquisitiva búsqueda de Dios, de la verdad, o de algún santo, porque quiere llegar a alguna parte, sigue siendo superficial, porque todo esfuerzo es superficial, es el resultado de una mente limitada, estrecha. Una mente así jamás puede ser sensible; y pienso que uno tiene que afrontar la verdad de eso. El esfuerzo para ser, para devenir, para rechazar, para resistir, para cultivar la virtud, para suprimir, para sublimar, todo eso es en esencia la naturaleza de una mente superficial. Probablemente la mayor parte de las personas no estarán conformes con esto, pero no importa. Me parece un hecho psicológico evidente.

Sólo hay que observar el hecho móvil

Ahora bien, cuando uno se da cuenta de esto, cuando está consciente (aware) de esto, ve realmente la verdad de ello, no verbalmente o intelectualmente, y no deja que la mente haga innumerables preguntas sobre cómo cambiarlo, cómo salir de esta superficialidad ‑todo lo cual implica esfuerzo-, entonces la mente se da cuenta que no puede hacer nada acerca de sí misma. Todo lo que puede hacer es percibir, ver las cosas inflexiblemente, como son, sin falseamiento, sin aducir opiniones sobre el hecho; simplemente observar. Y es sumamente difícil limitarse a observar, porque tenemos las mentes adiestradas para condenar, para comparar, para competir, para justificar, o para identificarnos con lo que vemos. Por eso ella nunca ve las cosas exactamente como son. Vivir con un sentimiento tal como es ‑ya se trate de celos, envidia, codicia, ambición o lo que quieran‑, vivir con él sin falsearlo, sin tener ninguna opinión o juicio sobre él, exige una mente que tenga energía para seguir todos los movimientos de ese hecho. Un hecho nunca está quieto; está en movimiento, el está vivo. Pero nosotros queremos fijarlo para captarlo con una opinión, con un juicio.

Aprender sin esfuerzo

Así, pues, una mente consciente (aware, alerta), sensible, ve la futilidad de todo esfuerzo. Aun en nuestra educación, el niño, el estudiante que hace un esfuerzo para aprender, nunca aprende realmente. Puede adquirir conocimientos, puede obtener un grado; pero el aprender es algo que está más allá del esfuerzo. Acaso esta noche podamos aprender juntos, sin esfuerzo y sin quedar atrapados dentro de los campos del conocimiento.
Estar consciente agudiza la mente

Estar consciente (aware) del hecho sin distorsión, sin coloración, sin darle ninguna tendencia, mirarnos a nosotros mismos como somos ‑con todas nuestras teorías, esperanzas, desesperaciones, sufrimientos, fracasos y frustraciones‑ agudiza la mente de manera asombrosa. Lo que la embota es la creencia, los ideales, los hábitos, el tratar de ampliarla, de hacerla crecer, de devenir o ser. Y, como he dicho, para seguir el hecho hace falta una mente precisa, sutil, activa, porque el hecho nunca está quieto.

Se requiere una mente alerta

No sé si han mirado alguna vez la envidia como un hecho y la han seguido. Todas nuestras sanciones religiosas se basan en la envidia, desde el arzobispo hasta el más bajo clérigo; y toda nuestra moralidad social, todas nuestras relaciones, se basan en la adquisividad y comparación, que también es envidia. Y requiere una mente muy alerta seguir todo eso hasta el fin, en todos sus movimientos, en todas nuestras diarias actividades. Es muy fácil, ¿no es así? reprimirla, decir: ‘veo que no debo ser envidioso’, o, ‘como estoy atrapado en esta corrupta sociedad, tengo que aceptarla’. Pero el seguir su movimiento, seguir cada curva, cada línea, los matices, su sutileza, ese proceso mismo de seguir el hecho hace a la mente sensible, sutil.

Seguir el hecho no hay contradicción

Ahora bien, si uno hace eso, si uno sigue el hecho sin tratar de alterarlo, entonces no hay contradicción entre ‘el hecho’ y ‘lo que debería ser’, y por lo tanto no hay esfuerzo. No sé si realmente ven esto: si la mente está siguiendo el hecho, entonces no está enredada tratando de alterar el hecho, tratando de volverlo diferente. Esto otra vez, es una verdad psicológica. Y este seguimiento del hecho necesita estar haciéndose todo el tiempo, día y noche, aun durmiendo. Porque la actividad de la mente cuando el cuerpo está dormido es mucho más deliberada, resuelta, y esas actividades las descubre la mente consciente a través de símbolos, insinuaciones, sueños.

La mente sensible puede ir más allá de lo consciente

Pero si la mente está alerta todo el día, todo el tiempo vigilando cada palabra, cada gesto, cada movimiento del pensamiento, entonces no hay sueños; la mente puede entonces ir más allá de propia conciencia. No proseguiremos con esto por el momento, porque lo que queremos mostrar es la necesidad de una mente sensible. Si uno quiere descubrir acerca de la verdad, Dios o como quieran llamarlo, es absolutamente necesario tener una buena mente, ‑no en el sentido de ser astuta, intelectual, argumentadora-, sino una mente que sea capaz de razonar, de discutir, de dudar, de preguntar e inquirir en orden a descubrir. Una mente que tiene fronteras, que está condicionada, no es sensible; un nacionalista, un creyente, es obvio que no tiene mente sensible porque su creencia, su nacionalismo, limitan su mente. Por eso al seguir el hecho la mente se vuelve sensible. El hecho la vuelve sensible, no tienen que volver la mente sensible.

Una mente sensible no va en pos de lo bello y elude lo feo

Si esto es bastante claro, entonces ¿cuál es la naturaleza de la belleza que descubre una mente así? La belleza, para la mayoría de nosotros, está en las cosas que vemos objetivamente: un edificio, un cuadro, un árbol, un poema, un río que fluye, una montaña, una sonrisa en un rostro bonito, el niño en la calle. Y para nosotros existe también la negación de la belleza, la reacción frente a ella, que es decir: ‘eso es feo’. Mas una mente sensible, es sensible tanto para lo feo como para lo bello, y por lo tanto no va en pos de lo que llama bello ni elude lo feo. Y con una mente así descubrimos que hay una belleza del todo distinta de las valoraciones de una mente limitada.

Una mente sencilla es verdaderamente bella

Usted sabe que la belleza exige sencillez. Y la mente muy sencilla que ve los hechos como son, es verdaderamente bella. Pero no puede uno ser simple si no hay abandono; y no hay abandono si no hay austeridad. No me refiero a la austeridad del taparrabo, de la barba, del monje, de una sola comida al día, sino a la austeridad de una mente que se ve como es, y que persigue sin cesar lo que ve. Y el perseguir eso es abandono, porque no hay fondeadero al cual pueda aferrarse la mente. Tiene que abandonarse por completo para ver ‘lo que es’.

Una mente embotada no es austera, no es sencilla y no tiene pasión

Así, la percepción de la belleza reclama la pasión de la austeridad. Uso deliberadamente las palabras ‘pasión’ y ‘austeridad’. He explicado esta última; y para ver la belleza, evidentemente debéis tener pasión. Tiene que haber intensidad y tiene que haber agudeza. Una mente embotada no puede ser austera, no puede ser sencilla, y por consiguiente no tiene pasión. Es en la llama de la pasión que usted percibe la belleza, y que pueda vivir con belleza.

Ahora es cuando hay que descubrir la belleza de la meditación

Quizá para ustedes estas del todo son palabras para recordar, para invocar, para sentir después. No hay ‘después’, no hay ‘entretanto’. Tiene que realizarse ahora, mientras discutimos, mientras estamos en comunión uno con otro. Y esta percepción de la belleza no es sólo en las cosas ‑en vasos, estatuas y en los cielos- sino que también empieza uno a descubrir la belleza de la meditación y la intensidad, de la pasión, de la mente que es meditativa.

La meditación requiere una mente en silencio

Ahora me gustaría indagar la meditación, porque la meditación es necesaria, y estamos poniendo sus cimientos. Para la meditación se requiere una mente capaz de estar en silencio ‑no que haya sido silenciada por medio de tretas, por la disciplina, por persuasión, por represión, sino una mente que esté completamente quieta. Eso es absolutamente indispensable para una mente que esté en estado de meditación.

Una mente atrapada en palabras, símbolos, no es libre

Por lo tanto, la mente ha de estar libre de todos los símbolos y palabras. La mente es esclava de las palabras ¿no es así? Los británicos son esclavos de la palabra ‘reina’, y la persona religiosa es esclava de la palabra ‘Dios’ y así sucesivamente. Una mente que esté atiborrada de símbolos, palabras, ideas, es incapaz de estar en silencio, quieta. Y una mente que está atrapada en el pensamiento es incapaz de estar quieta. Esa quietud no es estancamiento, no es un estado en blanco ni de hipnosis; pero uno llega a ella oscura, inesperadamente, sin volición ni deseo, cuando usted entiende el proceso del pensamiento.

La mente no puede estar quieta sin conocer al si mismo, el ego

El pensamiento es, después de todo, la reacción de la memoria; y la memoria es el residuo de la experiencia, que a su vez es el centro, el ‘si mismo’. Así hay la formación del centro, del ‘si mismo’, del ‘ego’, del ‘mí’, que es esencialmente la acumulación de experiencia, pasada y presente, en relación con lo colectivo tanto como con lo individual. De ese centro, que es el residuo de la memoria, surge el pensamiento. Y hay que entender por completo ese proceso, lo cual es el conocimiento de uno mismo. Por eso, sin conocerse a sí mismo, consciente tanto como inconscientemente, la mente nunca puede estar quieta. Sólo puede provocar quietud hipnotizándose, cosa que es demasiado infantil, demasiado inmaduro.

Conocerse a si mismo es conocer la totalidad del pensamiento

Así el auto-conocimiento es inmediato, es necesario, y es urgente, porque la mente, conociéndose a si misma y todas sus tretas, fantasías y actividades, llega entonces sin esfuerzo, sin demanda, sin premeditación, a ese estado de completa quietud. Conocerse a sí mismo es conocer la totalidad del pensamiento y saber cómo se divide a sí mismo en el yo superior y el yo inferior; es ver todo este movimiento de la experiencia, la memoria, el pensamiento y el centro ‑centro que se convierte en pensamiento, memoria y experiencia; y experiencia que a su vez se vuelve memoria, condicionando aún más la experiencia.

El centro, el yo, el ego jamás es estático

Espero que estén siguiendo todo esto, porque si se observan atentamente, lo verán. El centro jamás es estático. Lo que era el centro se convierte en la experiencia, y ésta en el centro; y el centro se transforma en memoria. Es como la causa y el efecto. Lo que era la causa llega a ser el efecto, y el efecto se convierte en causa. Y este proceso no es sólo consciente, sino también inconsciente.

Una mente aguda jamás busca seguridad, consuelo y creencia

Lo inconsciente es el residuo de la raza, del hombre, ya sea del Este como del Oeste; esas tradiciones heredadas, al unirse a lo presente se transforman en otra tradición. Estar consciente (aware) de las muchas capas del inconsciente y de su movimiento requiere una mente que sea extraordinariamente aguda y viva, que ni por un momento busque jamás seguridad, consuelo. Porqué en cuanto buscan seguridad, consuelo, están acabados, empantanados, aprisionados. Una mente anclada a la seguridad, al consuelo, a una creencia, a una norma o a un hábito, no puede ser veloz.

Seguir un hecho requiere atención y no concentración

Así, todo esto es el conocerse a sí mismo; y conocerse a sí mismo es descubrir el hecho y seguirlo sin el impulso de cambiarlo. Y eso exige atención. La atención es una cosa y la concentración es otra muy distinta. La mayor parte de las personas que quieren meditar esperan lograr concentración. Cualquier niño de escuela sabe qué es la concentración. El quiere mirar por la ventana y el maestro le dice: ‘mira tu libro’, y hay una batalla interna entre el deseo de mirar hacia fuera y el impulso del miedo, de la competencia, que le hace mirar al libro. De modo que la concentración es una forma de exclusión, ¿no es así? Y, en ese proceso, aunque puedan llegar a ser agudos, estarán limitando la mente. Por favor sigan todo esto sin aceptar ni negar, sino simplemente observándolo.

Una mente atenta no conoce la distracción y no escapa

Una mente que simplemente se está concentrando conoce la distracción; pero la que está atenta, no sujeta por la concentración, no conoce la distracción. Entonces todo es un movimiento viviente. Por favor, observen esto con todo corazón y verán que se desprenderán de todas las cargas de los edictos religiosos que han sido impuesto sobre ustedes y mirarán la vida de modo distinto; la vida entonces se vuelve algo asombroso, de enorme importancia: el vivir mismo, y no el escapar.

La absorción en salvadores es la muerte para la mente

Usted sabe, cuando le dan un juguete a un niño, se calma toda su agitación y se queda quieto, absorto en el juguete. Y lo mismo es con nosotros; tenemos nuestros juguetes, nuestros Maestros, Salvadores, imágenes; y la mente se absorbe en ellos y se aquieta. Pero esa absorción es la muerte para la mente.

Mente atenta se da cuenta de lo interno y lo externo

Ahora, la atención no es lo opuesto de la concentración; no tiene relación con ésta, y por lo tanto no es una reacción con respecto a ella. Hay atención cuando su mente se da cuenta de cada movimiento que se produce dentro y fuera de sí misma. Implica, no sólo oír todos los ruidos de los autobuses, de los coches, sino también lo que se dice, y estar consciente (aware) de vuestra reacción ante lo que se dice, sin elección, de modo que la mente no tiene entonces fronteras. Cuando la mente está así atenta, entonces la concentración tiene un significado muy diferente; entonces la mente puede concentrarse, pero esa concentración no es un esfuerzo, no es una exclusión, sino parte de esta concienciación (awareness, alerta percepción). No sé si están siguiendo esto.

En la atención hay amor y tampoco mal y puede ir más allá

Tal atención es bondad, es virtud; y en esa atención hay amor, y por lo tanto, hagan lo que hagan, no hay mal. El mal surge sólo cuando hay conflicto. Una mente atenta, una mente que está consciente (aware) de sí misma y de todas las cosas dentro de sí, una mente semejante es entonces capaz de ir más allá de sí misma.

Una mente meditativa no tiene hábitos ni visiones

La meditación no es, pues, un proceso de saber cómo meditar, de que se nos enseñe a meditar. Eso es por completo inmaduro; entonces se convierte en un hábito, y el hábito embota la mente. Una mente presa de su propio condicionamiento puede tener visiones de Cristo o de los dioses indios o de lo que sea, pero sigue estando condicionada. Un cristiano sólo verá visiones de Cristo, y el indo verá sólo sus propios dioses favoritos. Una mente meditativa no es imaginativa; por consiguiente no tiene visiones.

Hay que perseguir la actividad de los pensamientos

Así, cuando la mente, que ha estado agitándose dentro de sus propios movimientos, persigue la actividad de sus pensamientos, el estar enamorada de su centro, de su movimiento, de sus experiencias, sólo entonces puede ella seguir, sólo entonces está quieta.

Cada uno debe abrir esta puerta a esta mente meditativa

Ahora, esperen un minuto. El que habla puede decir verbalmente lo que entonces ocurre, pero eso es de muy poca importancia, porque tienen que descubrirlo ustedes. Tienen que llegar al estado en que ustedes abran la puerta; si otro abre la puerta por ustedes, o trata de hacerlo, entonces el otro se vuelve autoridad y ustedes sus seguidores. Por lo tanto, hay muerte para la verdad. Hay muerte para la persona que dice que sabe, y hay muerte para la persona que dice: ‘dígame’. El anhelo de saber engendra autoridad; de modo que el líder y el seguidor están atrapados en la misma red.

Ahora bien, el que habla indaga esto, no para convencer, no para inducir, no para enseñar ni nada de eso, sino porque cuando comprendan esto verán qué relación tienen el tiempo y el espacio.

Una mente vacía puede contener todo

Ustedes saben, cuando la mente está por completo sin barreras, sin limitación, está plena; y, estando plena, está vacía; y estando vacía puede contener el tiempo ‑tiempo como espacio y distancia, tiempo como ayer, hoy y mañana. Pero sin ese vacío no hay tiempo, no hay espacio, no hay distancia. Porque de ese vacío existe el tiempo, y por consiguiente la distancia y el espacio.

Una mente así sabe lo que es creación y descubre lo eterno

Y cuando la mente descubre esto, cuando lo experimenta ‑no verbalmente sino de hecho, no como una cosa recordada ‑entonces esa mente sabe lo que es creación; creación, no la cosa creada. Y entonces verán que cuando dan la vuelta a la esquina, cuando caminan por un bosque o por alguna calle sucia, dondequiera que sea, se encontrarán con lo eterno.

Cuando la mente ha viajado en lo interno entonces está con lo sublime

Así, la mente ha viajado dentro de sí misma, en lo más profundo de sí misma, sin reservas. No es como el viaje a la Luna, en un cohete, cosa que es bastante fácil, mecánica; sino que es el viaje interior, la mirada interna que no es una simple reacción a lo exterior. Es el mismo movimiento, lo externo y lo interno. Y cuando hay esta profunda mirada interna, esta interna persecución, este empeño, este interno de fluir, esta marcha interior, entonces la mente no es nada aparte de aquello que es sublime. Por lo tanto, termina toda indagación, toda búsqueda, toda ansiedad.

La meditación es el descubrimiento del amor

Por favor, no se dejen hipnotizar, influir, por lo que se está diciendo. Si son influidos no sabrán por ustedes mismos lo que es el amor. La meditación es el descubrimiento de esta cosa extraordinaria llamada amor.

Krishnamurti
23 de mayo de 1961

Traducción de Alex

Saturday, November 3, 2007

Observa es Vida

Observa, observar es vivir en verdad

I

Observar es transformar lo observado
Es la llave a la fuente de energía
Es el inicio de la mutación de las células
Es el principal arte a desarrollar
Es el verdadero aprender
No requiere de energía alguna
Ocurre sólo en el presente
No estás atrapado en el tiempo
Vacía el contenido de la conciencia
Disuelve los miles de egos
No registra en la memoria
Elimina la dualidad del ser y el querer ser
Pone fin al conflicto
Logra la verdadera mente religiosa

II

La observación es holística
Es con todos los sentidos a la vez
Ver los colores con sus matices
Escuchar los distintos sonidos
Sentir con tu piel los miles de contactos
Desgustar los sabores en tu boca
Sentir los aromas que bailan a tu alrededor
Es estar consciente, darse cuenta de todo
Mirar el mundo externo como el interno
Como lo hace la marea en el mar, sale y entra
No utiliza palabras ni imágenes
No interviene el pensamiento con su parloteo
Tampoco el temor, el dolor y el placer
Hay un silencio de la mente


III

Observa todo a tu alrededor
Las cosas que te rodean
Las buenas y las malas
Las feas y las bellas
Los animales que se mueven
Las plantas con sus hojas y flores
Los árboles floridos en primavera
Cuando están dorados en otoño
Cuando se mueven por la brisa
Cuando están limpios después de una lluvia
El cielo azulado o gris con las nubes
El mar con su fuerza y colorido
Las ideas que te agolpan
Los sentimientos que te aquejan
Las personas que te rodean
Los niños cuando juegan
Las arrugas de un anciano
Las lágrimas del que sufre
La belleza de una mujer
Hay tanto que observar

IV

Observa sin la intervención del ego
Cuando observas con el ego surge el observador
Se forma la dualidad que separa lo observado del observador
Con ello los egos se fortalecen
Observar por medio del ego es cuando:
Cambias lo que es
Te comparas con los demás
Optas por algo
Controlas lo observado
Prejuzgas lo visto
Analizas lo que observas
Justificas lo que observas
Tienes un motivo al observar
Haces intervenir la voluntad
Recurres a la memoria con sus recuerdos
Usas el lenguaje
Pasas a la ilusión y los sueños

V

Observar con el ego es:
Estar con temor
Tener rabia
Sentirse herido
Tener celos
Desear placer
Querer poder
Estar preso en la ilusión
Aspirar a ser mejor
Tener ansiedad
Sentir aislamiento
Estar apegado
Estar preso al vicio
Ser dependiente
Seguir un ideal
Tener creencias
Estar esperanzado
Buscar a dios
Aspirar a la vida eterna
Aspirar a la iluminación
Tener fe

VI

Observar es curación de la mente
Observa el sufrimiento
Observa la ansiedad
Ubícalos en tu cabeza, en tu cuerpo
No lo describas con palabras
Mantén la atención en el
No escapes a otra cosa
No lo maldigas
Así observa todo sentimiento
Verás que todo es ilusión
Entenderás que es el ego el que sufre
Entonces la curación ha ocurrido

VII

Observar es el arte que debes aprender
Te hace libre en el instante
Te lleva a estar conciente siempre
Desarrollas la atención total
Logras el discernimiento instantáneo
Despiertas la inteligencia
Logras la acción correcta
Te conectas a la fuente de energía
Has vencido la fragmentación
Tu cerebro cambia totalmente
Recibiendo la energía universal
La compasión es tu compañera
El gozo te viste entero
Se unen la vida y la muerte
Y el amor llega a tu vida sin irse jamás
Eres un individuo, total

De Alexiopolis